martes, 29 de mayo de 2007

El Convenio de Abraham


El convenio de Abraham
El convenio de Abraham es tan importante que cambio la manera de llamar a Dios: Dios es llamado con infinita frecuencia en el Antiguo Testamento y el Libro de Mormón como "el Dios de Abraham, Isaac y Jacob". El Libro de Mormón fue, de hecho, escrito para traer a la memoria este convenio, el cual es hecho efectivo a través de las tribus de Israel.Para comprender plenamente las bendiciones que corresponden a cada tribu de Israel es preciso remontarse un poco hasta Abraham, el abuelo de Israel, y comprender primero las bendiciones del convenio que Dios hizo con él y con su descendencia, a la cual muchos de nosotros pertenecemos. Dios hizo con Abraham un convenio en tres partes:


Las partes del convenio
Por su parte, Dios le concedió a Abraham las siguientes promesas:
· El convenio del linaje establecía que la posteridad de Abraham sería tan innumerable como las estrellas del cielo o como las arenas del mar.
· El convenio de la tierra definía a la actual Palestina como la tierra de herencia de Abraham y de su descendencia
· El convenio del sacerdocio establecía que su posteridad tendría derecho al sacerdocio y que todas las naciones de la tierra serían bendecidas a través de este sacerdocio.
Al considerar estas bendiciones con cuidado nos daremos cuenta de que son mayores que las de cualquier otro grupo o pueblo sobre la tierra. El convenio dado a Abraham estaba destinado a definir toda la historia de la humanidad y sus posibilidades para alcanzar la salvación alrededor de un grupo que les enseñaría el evangelio, que les guiaría hacia Dios y les administraría sus ordenanzas. Ese grupo sería el linaje escogido de Abraham.A cambio de estas promesas, Dios le exigiría a Abraham (y a su descendencia) un solo requisito: "Anda delante de Dios y sé perfecto".
Repercusiones del convenio de Abraham
El Convenio de Abraham puede ser entendido en tres niveles: personal, grupal y eterno. En el nivel personal, Abraham recibió estas promesas para sí mismo. Sin embargo, es evidente a través de la lectura de la Biblia que él mismo no recibió la plenitud de esas promesas. Como Pablo de Tarso hace notar, Abraham no poseyó la tierra de Palestina, y vivió en tierra prestada, comprada o rentada todo el tiempo. ¿Cómo pues, se cumplió esa promesa? La promesa de la tierra se vería cumplida a un segundo nivel, a través de su descendencia, cuando Israel conquistó la tierra de Palestina por medio de Josué, y aún recibirá un cumplimiento más completo una vez concretado el recogimiento. En el convenio de Abraham, cada tribu de Israel tiene su misión y su tierra de herencia, lo cual veremos con mayor detalle en otros ejemplares de esta revista.Lo mismo sucede con el convenio de la posteridad: Abraham sólo tuvo dos hijos, y su posteridad inmediata fue limitada; pero es a través del nivel superior que podemos apreciar que su posteridad se hizo innumerable. Por extensión, lo mismo ha sucedido con el convenio del sacerdocio: la influencia de Abraham mismo fue notable, pero limitada; y es a través de su descendencia que posee el sacerdocio que se ven bendecidas todas las naciones de la tierra.Pero hay un nivel superior a todos y que es aún más importante, y el que nos permite entrever el verdadero significado del convenio: ¿No tiene Dios el sacerdocio? ¿No es Dios el Padre de una incontable posteridad? ¿No es Él el Creador de un número infinito de tierras, y Señor de todo el universo? ¿No es la combinación de estas cosas lo que le constituye como Dios? A los fieles que se esfuercen por obedecer el evangelio y recibir sus ordenanzas, Dios hace la misma promesa personal: "Todo lo que Dios tiene te será dado", a cambio del mismo sencillo requisito: "Anda delante de mí y sé perfecto".
¿Cómo se recibe el convenio de Abraham?
Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días reciben las bendiciones y promesas del convenio de Abraham como parte de la ordenanza del matrimonio celestial. Con respecto a la importancia de esta ordenanza, el élder Bruce R. McConkie enseñó que "el bautismo es el convenio de salvación; el matrimonio celestial es el convenio de exaltación".
Aún de debajo de las piedras
El convenio de Abraham fue ratificado con Isaac y posteriormente con Jacob, también llamado Israel, estableciéndose así un linaje escogido que tendría la misión de preservar el conocimiento del evangelio y llevar sus bendiciones y ordenanzas a todas las naciones. La circunsición fue, a través de todo el Antiguo Testamento y parte del Nuevo, la señal de pertenencia a este convenio especial. Por ello, muchos judíos llegaron a creer que bastaba con descender de Abraham y ser circuncidado para ser acreedor de todas las bendiciones. Sin embargo, Juan el Bautista señaló que la pertenencia al Convenio de Abraham y la recepción de sus bendiciones distan mucho de ser automáticas. "¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera? Producid, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: "A Abraham tenemos por padre", porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aún de estas piedras. Además, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y hechado al fuego". (Mateo 2:7-10)Como Santos de los Ultimos Días bien haríamos en recordar las lecciones históricas que han sido puestas al olvido por el resto de los descendientes de Abraham, tanto por Israel como por Ismael, y que hoy mantienen el deplorable pie de lucha en Medio Oriente. Como hijos de Israel, tenemos una obra importante por hacer, a favor de la restauración de la paz sobre la tierra y el establecimiento de Sión. Sería muy lamentable que, a través de nuestra forma de hablar o de actuar, descansáramos esa responsabilidad, asignada por Dios a nosotros, en otras entidades, o grupos, o pueblos, y perdiésemos así nuestra parte en el Reino de Dios.

La Perseverancia



LA PERSEVERANCIA


La perseverancia es voluntad permanente. Requiere un esfuerzo continuo y duradero para poder realizar trabajos penosos y sacrificios prolongados.

La perseverancia es una mezcla de fortaleza y paciencia, a partes iguales.

Esta cualidad proporciona el factor aglutinante de pequeños esfuerzos realizados uno tras otro. Por separados, tienen poco valor, pero, sumados todos a lo largo del tiempo, producen frutos muy estimulantes.

La perseverancia determina que el esfuerzo sea regular, constante, sin altibajos ni brusquedades. Es como la gota de agua que cae sobre la roca a intervalos regulares y la va perforando poco a poco.

Los logros importantes de la vida requieren trabajo duro y mucho tiempo. Así lo reconocen todos los triunfadores. A ninguno le han regalado su éxito.

La persistencia es una faceta dramática de la perseverancia, ya que se manifiesta tras repetidos intentos fracasados.

La persona persistente no se desanima ante el fracaso. Por el contrario, éste le proporciona mayores bríos para nuevos intentos.

El fracaso en un empeño es la mejor escuela para aprender a pelear. Lo que sale bien con facilidad enseña poco.

Persistencia significa no rendirse nunca ante las dificultades, no dar nunca nada por perdido e insistir con tozudez en el empeño.

La fuerza de voluntad y la persistencia son cualidades complementarias. Constituyen dos componentes de la energía del espíritu. La voluntad produce el empuje, y la perseverancia lo mantiene constante.

Los ejercicios de voluntad son también aplicables para el cultivo de la perseverancia, pero sus efectos tardarán en ser patentes. Solo ha la constancia en el seguimiento del plan de ejercicios garantizará su eficacia.

jueves, 24 de mayo de 2007

Algunas Claves para aumentar las conversiones



“Algunas Claves Para Aumentar Las Conversiones”

Por Gene R. Cook


I. Ejercite la Fe.

A. Para ejercitar la fe, ore. Tenga pensamientos de fe. Sea positivo. Tenga sentimientos de fe. Ore continuamente.

B. Use palabras de fe -el idioma de la fe- para aumentar el compromiso. Debemos usar lenguaje positivo y persuasivo, que no muestre duda o miedo, para llevar a la gente ha orar con el Espíritu, a buscar y ponderar el Evangelio y así alcanzarán un testimonio del Evangelio. Si no lo hacen, no se convertirán y unirán a la Iglesia. Si dudamos o tenemos miedo estamos renunciando a nuestra solicitud de que el investigador pueda llevar a cabo estos actos de fe y nunca serán lo suficientemente fuertes para obtener un firmes compromisos. Recuerde, el Señor quiere que su pueblo ore, lea y participe a la Iglesia más de lo que lo hacemos.

C. Ejercite el poder de la fe creyendo de antemano. La fe no es un conocimiento perfecto de las cosas. La fe es esperar aquellas cosas que aún no hemos visto, que pueden suceder. La gente con gran fe cree que puede hacer todas las cosas que son correctas con la ayuda del Señor. Esto requiere tomar acción sin ninguna evidencia tangible o prueba de que los resultados deseados ocurrirán. Esto es más que seguir un sentimiento o una impresión. El Señor frecuentemente nos deja caminar en la oscuridad antes de que el encienda las luces. Las bendiciones típicamente vienen cuando nos movemos hacia delante, tomando acción y actuando como si lo que deseamos, ocurrirá. (Vea Éter 12:18-19)


2. Arrepiéntase/ Haga Sacrificios

A. Cultive la humildad, arrepiéntase y cumpla con los mandamientos. El Señor quiere que nos humillemos y que dejemos nuestros pecados. El quiere que hagamos esto para nuestra propia felicidad. Cuando dejamos lo que nos retiene atrás estamos más alegres y efectivos como misionarios. Cumpla los mandamientos y las reglas de la misión
B. Haga sacrificios para el Señor. Las más grandes bendiciones que provee el Señor, siempre se encuentran caminando hacia la segunda milla. Humillémonos, dejemos nuestros pecados y hagamos mayores sacrificios para hacernos servidores más exitosos del Señor. Busque caminos para trabajar hacia la segunda milla


3. Ore.

A. Arrodíllese y haga que los investigadores oren al final de esta primera discusión. Nuestro llamamiento es para ayudar a la gente a conectarse con su Padre en el Cielo. La oración es el conducto o canal para hacer esto. Si los investigadores no se arrodillan para orar después de esta primera discusión frecuentemente se hacen investigadores intelectuales y sólo disfrutan del Espíritu cuando estamos presentes. Debemos ayudarlos a establecer este patrón de oración sincera, arrodillados directamente desde la primera reunión. Esta simple práctica puede aumentar las conversiones significativamente. Enseñe a los investigadores a no preguntar si el evangelio restaurado es verdadero, pero si a pedir la confirmación de que es verdadero.

B. Ore en su corazón y enseñe al investigador a hacer lo mismo. Cuando enseñamos el evangelio, necesitamos orar en nuestros corazones por nuestro compañero y por los investigadores y pedirle a ellos hacer lo mismo. Orando en nuestros corazones así como los investigadores haciendo lo mismo, continuamente mostrando gran humildad, sinceridad y un deseo genuino de recibir y entender la palabra de Dios. Si nosotros y nuestros investigadores no oramos en nuestros corazones por ayuda e iluminación, no recibiremos ni entenderemos el mensaje y la dirección del Señor. (Vea 3 Nefi 20:1; D&C 32:4; D&C 136:32/; 3 Nefi 11:5-6.)


4 Asista a la Iglesia

A. Invite a los investigadores a la iglesia tan pronto y frecuentemente como sea posible. El mejor pronosticador de la verdadera conversión es cuánta gente viene a la Iglesia. La gente nunca se unirá y permanecerá activo si no asiste a las reuniones de la Iglesia verdadera del Señor. Ejercite gran fe y esfuerzo para traer a las personas a la Iglesia y que ellos tengan el hermanamiento y puedan unirse a los miembros. Haga todo lo posible en ayudarlos a asistir a la capilla cada semana.


5 Busque y Pondere las Escrituras.

A. Ayude a los investigadores a oír la voz del Señor leyendo y orando sobre el Libro de Mormón. Nuestros investigadores deben no solo leer el Libro de Mormón, deben orar por iluminación, entendimiento y un conocimiento de su veracidad así como el modo de aplicarlo mientras lo leen. Esta es la única vía para escuchar la voz del Señor.

Si la gente no lee la introducción y varios capítulos de 3 Nefi, no debemos proceder a la siguiente charla. En su lugar, debemos leer el libro de Mormón continuamente, orando continuamente en nuestros corazones, así como los investigadores en sus corazones para oír la voz del Señor.


6. Encuentre.

A Abra la boca y contacte a 120 personas cada semana. Una investigación reciente en los Estados Unidos muestra que contactando 120 personas aporta 20 contactos de calidad (personas que convienen en oír la primera discusión). De estos 30 contactos, 10 estarán de acuerdo en oír discusiones subsiguientes y 3-4 se unirán a la Iglesia. Necesitamos trabajar más fuertemente para hacer que el Espíritu nos dirija hacia buscadores sinceros de la verdad, entonces abrir nuestras bocas en todo lugar, con todos los que veamos.

B, Referencias. No hay mejor modo de encontrar investigadores potenciales que a través de miembros de la Iglesia sostenga reuniones cortas con miembros y tenga experiencia espiritual con ellos y ellos proveerán referencias. Invite a todos a ayudar; padres, madres juventud y niños.

Asegúrese de obtener las referencias de actuales investigadores; pida referencias en la conclusión de cada charla.


7. Enseñe.

A. Aprenda a enseñar por el Espíritu. Sea entregado a la oración, sea observador y el Señor le guiará. Busque incrementar el número de charlas que enseña. Enfóquese cada día no solo en colocar citas, sino “¿a quién debemos enseñar ahora?”

B. Al encontrar y enseñar, coloque énfasis primordial sobre hombres adultos y familias completas.

C. Frecuencia de las visitas. Normalmente, los investigadores deberían recibir charlas de dos a tres veces cada semana. Dondequiera que sea posible, lo más deseable es algún contacto diario.

D. Enfóquese en enseñar y en bautismos convertidos. Misioneros, aún al “encontrar” y “fijar citas,” deberán estar enfocados en quién podrán enseñar correctamente en el momento y quién está preparado para bautizarse en esta semana. Recuerde ser entregado a la oración y el Señor abrirá oportunidades de enseñar y ayudará a sus investigadores a estar preparados para bautizarse


8. Comprometa al Bautismo.

A .Asegúrese de invitar a sus investigadores a bautizarse a más tardar en la segunda charla. Ponga una fecha específica; la mayoría de los investigadores recibirán invitación para ser bautizados. Si tiene alguna dificultad para hacerlo, entonces al meno ponga un “ligero compromiso bautismal,” Ej., “cuando alcances a saber que estas cosas son verdaderas, ¿se bautizaría como miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días?” Asegúrese de que sus investigadores estén orando para una confirmación relacionada con su fecha de bautismo específica y el Señor la proveerá.

B Intervalo de tiempo para el bautismo. Normalmente, los investigadores deberán bautizarse en aproximadamente 3-4 semanas. De ese modo, habrán asistido a la iglesia 2-4 veces



9. Sobrevenga Obstáculos.

A Recuerde que la fe del misionero-sus oraciones y ayuno-unido a los del investigador, sobrevendrán todos los obstáculos que Satanás ponga en el camino de un investigador. El suministro de una bendición de sacerdocio puede ser de gran ayuda. Recuerde usar otros misioneros u otros miembros que le asistan cuando tenga dificultad con un investigador particular. Use Alma 32:28 para confirmar que alguien tiene un testimonio.

10. Colabore con el Bautismo/Confirmación/Ordenación de Sacerdocio/ Llamamientos de la Iglesia/Hermanamiento.

A. Prepare el servicio bautismal de manera que sea una experiencia espiritual maravillosa para el investigador, así como par a sus demás miembros de la familia y amigos, la mayoría de los cuales no serán miembros de la Iglesia. Los servicios bautismales son las mejores reuniones a las que se invitan investigadores.

B Cultive una relación estrecha con el obispo. Asegúrese de dar seguimiento a su recién converso para estar seguro de que reciben el sacerdocio así como un llamamiento de la Iglesia en semanas de haberse bautizado.

C. Asegúrese de que sus recién conversos reciben las clases de hermanamiento y ayúdelos a establecer las relaciones con los miembros del barrio.


11. Asista al templo (cuando sea posible)

A. Acompañe, cuando sea posible, al nuevo converso para ir al templo a realizar bautismos por los muertos, en los primeros meses de ser miembro
.
B Después de un año de ser miembro, ayúdelos para recibir sus propias ordenanzas y a visitar el templo regularmente

El Salmo de Nefi


El salmo de Nefi: Un documento posterior a Lehi
por John W. Welch

Traducido por Estrella La Font Díaz


Desarrollando las ideas presentadas en los últimos tres boletines de FARMS, el presente informe examina un ejemplo de cómo el relato que se encuentra en las planchas menores de Nefi refleja la época y las circunstancias en las que fue escrita. La magistral meditación de Nefi en 2 Nefi 4:16-35 se vuelve más intensa y viva si nos damos cuenta de que este salmo fue escrito cuando Nefi se sentía dolorosamente vulnerable después de perder a su padre.
Poco después de bendecir a su posteridad, Lehi murió en la tierra de su primera herencia (2 Nefi 4:14). "No muchos días después?, Lamán, Lemuel y los hijos de Ismael se enfadaron muchísimo con Nefi (2 Nefi 4:13; 5:1-2). El lamento de Nefi de que estaba enojado "a causa de mi enemigo" (2 Nefi 4:27, 29) se refiere más directamente a sus hermanos rebeldes, sus únicos "enemigos" conocidos, quienes, como el salmo recuerda, habían sido confundidos en una ocasión y habían llegado a ?temblar delante de? Nefi (2 Nefi 4:22; ver 1 Nefi 17:52-54). En esta ocasión, al aumentar de nuevo las tensiones con sus hermanos, Nefi anhelaba ser rescatado una vez más.
En su salmo, Nefi se regocija porque Dios le había preservado "sobre las aguas del gran mar" (2 Nefi 4:20). Estas palabras recuerdan el seguro viaje que realizó el grupo y también cómo Nefi se libró de los inicuos designios que sus hermanos tramaban respecto a él. En conflictos anteriores con sus hermanos, Nefi pudo contar con el apoyo emocional de Lehi; pero después de la muerte de su padre, Nefi tuvo que armarse de valor él solo, por lo que su salmo habla con fuerza en primera persona: "Mi Dios ha sido mi apoyo; me ha guiado . . . . El ha oído mi clamor durante el día, y me ha dado conocimiento en visiones durante la noche." (2 Nefi 4:20, 23).
Estando muerto Lehi, cada mención que se hace en las planchas menores que compara Nefi con Lehi (por ej. 1 Nefi 14:29; 17:44) cobra nuevo significado. Cada profecía de que Nefi llegaría a gobernar sobre sus hermanos, cada comentario sobre la iniquidad de sus hermanos y cada predicción acerca de la caída de la posteridad de los mismos, presta fuerza a la legitimidad y justicia de la posición de Nefi como sucesor de Lehi. Por consiguiente, el salmo de Nefi refuerza varios vínculos entre Nefi y su padre fallecido. Así como Lehi había tenido visiones, también las tuvo Nefi (1 Nefi 1:8; 2 Nefi 4:23). Así como se le aparecieron ángeles a Lehi, también ministraron a Nefi (1 Nefi 1:11; 2 Nefi 4:24). Y así como Lehi había implorado misericordia al Señor, también lo hizo Nefi (1 Nefi 1:14; 2 Nefi 4:26).
El sentido salmo de Nefi refleja, sobre todo, el profundo pesar que sentía en el momento en que lo compuso (2 Nefi 4.17, 19). Aunque desvió este pesar hablando de sus propias "iniquidades" (2 Nefi 4:17), probablemente fue la muerte de su padre lo que le hizo sentir tan profundamente su propia mortalidad y sus propios sentimientos de incapacidad.
Sabiendo que el alma de Lehi estaba descansando, Nefi incluyó varios pareados poderosos poniendo énfasis en el despertar de la expiación del Señor. Exclama: "¡Despierta, alma mía!" (2 Nefi 4:28). Alaba a Dios, "la roca de mi salvación?, y suplica ?¿redimirás mi alma, oh Señor?" (2 Nefi 4:30, 31).
Nefi terminó su salmo con una fuerte confianza en que el Señor también le libraría de sus enemigos (2 Nefi 4:31, 33). Después de la muerte de su padre, Nefi sabía que tendría que confiar solamente en el Señor al enfrentarse a los desafíos que suponía el asegurar la paz y la prosperidad de su pueblo (2 Nefi 4:34).
Es un gran tributo a la espiritualidad de Nefi el que él pudiera sobrellevar tantas penalidades reuniendo una creciente fe en Dios. Las planchas menores se escribieron para cubrir muchas necesidades que surgieron después de la muerte de Nefi. El salmo de Nefi encaja particularmente bien en este contexto posterior a Lehi.

Regalos del campo misional para llevar a la casa


Regalos del campo misional para llevar a casa

Presidente Gordon B. Hinckley

1- Conocimiento de Dios, Nuestro Padre Eterno, y de Su Amado Hijo, el Señor Jesucristo, y amor por Ellos. (Juan 17:3 …”Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado”

2- Conocimiento de las escrituras, la palabra del Señor, y amor por ellas. Todo misionero debe regresar a casa con un fuerte testimonio de la veracidad de las escrituras. Juan 5:39.

3- Mayor amor por los padres. Durante este tiempo usted tendrá la oportunidad de reconocer el valor de sus padres y sentirse agradecidos por todo lo que ellos han hecho por ti.

4- Desarrollar amor por las personas a las cuales sirve. Si un misionero no vuelve con un gran amor por las personas a las cuales ha servido, es que algo va mal.

5- Aprecio por el trabajo. Todo misionero debe entender que trabajar, trabajar y trabajar es la clave del éxito en la vida.

6- La certeza de que la inspiración del Espíritu Santo está a nuestro alcance si somos dignos de ella. La inspiración esta a nuestro alcance, al alcance de cada uno de nosotros si vivimos para ello y nos preparamos par recibirla.

7- Entender la importancia del trabajo en equipo. Nadie puede hacer esta obra por su solo. Trabajamos en parejas, trabajamos juntos, nuestra meta es aprender a atrabajar en equipo junto a otras personas.

8- El valor de la virtud. No hay nada mas importante para un misionero que aprender el valor de la virtud personal, veamos D&C 121:45.

9- La Fe para obrar. Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que el nunca da mandamientos a los hijos de los hombres si prepararles la vía para que cumplan lo que les ha mandado. 1Nefi 3:7

10- La humildad para orar. Admite que hay poder superior al nuestro y del cual dependemos y a la cual podemos acudir con la certeza de que se nos escuchar y que tendremos respuesta. 2Nefi 32:8-9

domingo, 20 de mayo de 2007

Cuidaos del Orgullo


Cuidaos del Orgullo
Presidente Eraz T. Benson

Doctrinas y Convenios nos dice que el Libro de Mormón
es el registro de "...un pueblo caído" (véase D. y C. 20:9). Y por que cayo ese pueblo? Ese es uno de los mensajes principa­les del Libro de Mormón. Mormón mismo da la respuesta en los últimos capítulos del libro con estas palabras: ".. .He aquí, el orgullo de esta nación, o sea el pueblo de los nefitas, ha sido la causa de su destrucción" (Moroni 8:27). Y luego, no sea que perdamos el significativo mensaje del Libro de Mormón que nos lego ese pueblo caído, el Señor nos advierte en Doctrina y Convenios: ".. .cuidaos del orgullo, no sea que lleguéis a ser como los nefitas de la antigüedad" (D. y C. 38:39).
Sinceramente deseo la ayuda de su fe y sus oraciones al tratar de aclarar este mensaje del Libro de Mormón sobre el pecado del orgullo. Este es un mensaje que me ha pesado en el alma ya durante algún tiempo. Sé que el Señor quiere que este mensaje se declare ahora.
En e1 concilio preterrenal, fue e1 orgullo lo que hizo caer a Lucifer, e1 "hijo de la mañana" (véase 2 Nefi 24:12-15, D. Y C. 76:25-27; Moisés 4:3). Al llegar el fin de este mundo, cuando Dios purifique la tierra con fuego, los orgullosos serán quemados como estopa y los mansos heredarán la tie­rra (véase 3 Nefi 12:5, 25:1; D. y C. 29:9; José Smith-Historia 1:37; Malaquías 4:1).
En Doctrina y Convenios el Señor emplea tres veces la frase "cuídate del orgullo", y hace una advertencia a propósito de él al segundo élder de la Iglesia, Oliverio Cowdery, y a Emma Smith, esposa del Profeta (D. y C. 23:1; Vease también 25:14; 38:39).
El orgullo es un pecado muy mal interpretado y muchos pecan en la ignorancia (véase Mosiah 3:11; 3 Nefi 6:18). En las Escrituras no hay nada que hable de un orgullo justo, sino que siempre se le considera un pecado. Por lo tanto, sea cual sea la forma en que el mundo emplee la palabra, nosotros debe­mos en tender la forma en que Dios la emplea para poder comprender el lenguaje de las Sagradas Escrituras y sacar pro­vecho de ellas (véase 2 Nefi 4:15;Mosiah 1:3-7;Alma 5:61).
La mayoría de nosotros piensa en el orgullo como egotis­mo, vanidad, jactancia, arrogancia o altivez; aunque todos éstos son elementos que forman parte de ese pecado, su núcleo, lo más importante, no está en ellos.
La característica principal del orgullo es la enemistad: ene­mistad hacia Dios y enemistad hacia nuestros semejantes. Enemistad significa "aversión, odio, resentimiento" u oposi­ción. Es el poder por el cual Satanás desea dominarnos.
EI orgullo, en su propia naturaleza, fomenta la competen­cia. Oponemos nuestra voluntad a la de Dios. Cuando lo hacemos blanco a Él de nuestro orgullo, es con la actitud de decir: "Que se haga mi voluntad y no la Tuya. Como dijo Pablo, "... todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús" (Filipenses 2:21).
Nuestra voluntad en competencia con la de Dios deja que nuestros deseos, apetitos y pasiones se manifiesten desenfre­nadamente (véase Alma 38:12; 3 Nefi 12:30).
Los orgullosos no pueden aceptar que la autoridad de Dios dé dirección a su vida (véase Helamán 12:6). Ellos opo­nen sus percepciones de la verdad contra el conocimiento omnisciente de Dios, su capacidad contra el poder del Sacerdocio de Dios, sus propios logros contra las obras gran­diosas de E1.

Nuestra enemistad contra Dios puede ir marcada con eti­quetas variadas, como la rebelión, la dureza de corazón, la dureza de cerviz, la impiedad, la vanidad, la facilidad para ofenderse y el deseo de recibir señales. Los orgullosos quie­ren que Dios esté de acuerdo con ellos; pero no tienen interés en cambiar de opinión para que la suya este de acuer­do con la de Dios.
Otro aspecto importante de ese pecado tan prevaleciente es la enemistad hacia nuestros semejantes. Diariamente nos vemos tentados a elevarnos por encima de los demás y dis­minuirlos (véase Helamán 6:17; D. y C. 58:41).
Los orgullosos hacen de toda persona su adversario com­pitiendo con el intelecto, las opiniones, los trabajos, las posesiones, el talento y otros valores mundanos de los demás. Según las palabras de C. S. Lewis: "El orgullo no encuentra pla­cer en poseer algo, sino en poseerlo en mayor cantidad que el de otra persona. .. Lo que nos enorgullece es la comparación,
el placer de colocarnos por encima de los demás. Una vez que desaparece el elemento de competencia, el orgullo deja de existir" (Mere Christianity, 1960, pag. 95).
En el concilio preterrenal, Lucifer presentó su propuesta en competencia con el plan del Padre, por el que Jesús abogaba (véase Moisés 4:1-3. Lucifer quería recibir honor por encima de todos los demás (véase 2 Nefi 24:13). En resumen, su orgu­lloso deseo era destronar a Dios (véase D. y C. 29:36; 76:2S).
Las Escrituras están repletas de evidencias de las graves consecuencias que el pecado del orgullo acarrea al hombre individualmente, a los grupos, a las ciudades y a las naciones. 'Antes del quebrantamiento es... [el orgullo]" (proverbios 16: 18). Eso fue lo que destruyó a la nación nefita y a la ciudad de Sodoma (véase Moroni 8:27; Ezequiel 16:49-50).
Por culpa del orgullo Cristo fue crucificado. Los fariseos estaban irritados porque Jesús proclamaba ser el Hijo de Dios, lo cual ponía en peligro la posición de ellos, y fue por eso que tramaron Su muerte (véase Juan 11:53).
Saúl se convirtió en enemigo de David por causa del orgu­llo. Estaba celoso porque la multitud de las mujeres de Israel cantaban diciendo: "Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles" (1 Samuel 18:6-8).
Los orgullosos temen más al juicio de los hombres que al juicio de Dios (véase D. y C. 3:6-7; 30:1-2; 60:2). La idea "Qué pensarán los demás" pesa más para ellos que la de: "Qué pensará Dios de mí".
El rey Noe estaba a punto de liberar al profeta Abinadí, pero sus malvados sacerdotes apelaron a su orgullo y esto envió a Abinadí a la hoguera (véase Mosiah 17:11-12). Herodes se entristeció ante la exigencia de su esposa de que le cortara la cabeza a Juan el Bautista; pero su orgulloso deseo de quedar bien ante los ojos ".. .de los que estaban con él a la mesa" le hizo mandar matar a Juan (Mateo 14:9; Véase también Marcos 6:26).
El temor de los juicios de los hombres se manifiesta en la competencia que tiene lugar por desear lograr la aprobación de los demás. Los orgullosos aman "... más la gloria de los hombres que la gloria de Dios" (véase Juan 12:42-43). EI pecado se manifiesta en los motivos que tenemos para hacer lo que hacemos. Jesús dijo que EI hacía siempre lo que le agra­daba al Padre (véase Juan 8:29). No sería mejor que nuestro motivo fuera agradar a Dios en lugar de tratar de colocarnos por encima de nuestros hermanos y tratar de superados?
A algunos orgullosos no les preocupa tanto que su salario sea suficiente para sus necesidades como que sea mayor de lo que ganan otros. Hallan su recompensa en estar un poquito por encima de los demás. Esa es la enemistad del orgullo.
Cuando el orgullo se apodera de nuestro corazón, perde­mos nuestra independencia del mundo y entregamos nuestra libertad al cautiverio de los juicios humanos. La voz del mundo resuena mas fuerte que los susurros del Espíritu Santo. El razonamiento de los hombres triunfa sobre las reve­laciones de Dios y los orgullosos se sueltan de la barra de hierro (véase 1 Nefi 8:19-28; 11:25; 15:23-24).
El orgullo es un pecado que se puede observar fácilmente en los demás, pero que raramente admitimos en nosotros mismos. La mayoría de nosotros lo considera un pecado de los que están en la cumbre, como los ricos y los eruditos, que están por encima de nosotros mirándonos por encima del hombro (véase 2 Nefi 9:42). Sin embargo, hay una dolencia mucho más común entre nosotros, y es la del orgullo de los que están abajo mirando hacia arriba; éste se manifiesta de diversas formas, como la crítica, el chisme, la calumnia, la murmuración, la pretensión de gastar mas de lo que tenemos, la envidia, la codicia, la supresión de la gratitud y el elogio que podrían elevar a otro, y el rencor y los celos.
La desobediencia es esencialmente una lucha orgullosa por el poder en contra de alguien que tiene autoridad sobre nosotros. Puede tratarse de los padres, de un líder del sacer­docio, de un maestro y hasta de Dios. El orgulloso aborrece la idea de que haya alguien que este por encima de él, pues piensa que esto rebaja su propia posición.
El egoísmo es uno de los aspectos más comunes del orgu­llo. "La forma en que todo me afecta a mí" es la idea central de lo que es importante para la persona: el orgullo de quien es, la autocompasión, el interés por la fama del mundo, la gratificación de los deseos personales y de los propios intereses.
El orgullo da como resultado combinaciones secretas que se establecen para lograr poder, y las "riquezas y la gloria del mundo" (véase Helaman 7:5; Éter 8:9, 16, 22-23; Moises 5:31). Este fruto del pecado del orgullo, es decir, las combi­naciones secretas, destruyo a las civilizaciones de los jareditas y de los nefitas, y ha sido, y será todavía, la causa de la caída de muchas naciones (véase Éter 8:18-25).
Otro aspecto del orgullo es la contención. Las discusio­nes acaloradas, las peleas, el dominio injusto, las grandes brechas entre las generaciones, el divorcio, el abuso de cónyuges, los tumultos y disturbios, todos encajan en esa categoría del orgullo.
La contención en la familia aleja de ella al Espíritu del Señor; también aparta a muchas personas de su familia.
Su expresión varia desde una palabra hostil hasta los con­flictos mundiales. Las Escrituras nos dicen que" [el orgullo] ... concebirá contienda" (proverbios 13: 10; véase también Proverbios 28:25).
Las Escrituras testifican que los orgullosos se ofenden fácilmente y guardan rencor por las ofensas (véase 1 Nefi 16: 1-3). Se niegan a perdonar a fin de mantener a la otra per­sona en el papel de deudor y de justificar sus malos sentimientos.

El orgulloso no acepta mansamente los consejos ni la corrección (véase Proverbios 15:10; Amós 5:10). Se pone a la defensiva para justificar sus debilidades y sus faltas (véase Mateo 3:9; Juan 6:30-59).
El orgulloso depende del mundo para que le diga si vale algo o no. Su autoestima se determina según el lugar en que se le juz­gue en la escala del éxito mundano. Se considera de valor si la cantidad de personas que están por debajo de él en logros, talento, belleza o intelecto es bastante grande. El orgullo es muy malo. Su concepto es: "Si tu tienes éxito, yo soy un fracaso".
Si amamos a Dios, hacemos Su voluntad y tememos Su jui­cio más que el del hombre, sentiremos autoestima.
El orgullo es un pecado condenatorio en todo el sentido de la palabra y limita o detiene el progreso (véase Alma 12:10-11). El orgulloso no es maleable de enseñar (véase 1 Nefi 15:3, 7-11); no cambia su manera de pensar para acep­tar la verdad, porque eso implicaría que ha estado equivocado.
El orgullo afecta todas nuestras relaciones: la que tenemos con Dios y sus siervos, la de marido y mujer, de padres e hijos, de patrón y empleado, de maestro y alumno, y de toda la humanidad. Según el nivel de nuestro orgullo, será la forma en que trataremos a Dios y a nuestros hermanos. Cristo quie­re elevarnos a Su propia altura. ¿Deseamos nosotros lo mismo en relación con nuestros semejantes?
EI orgullo opaca nuestro sentimiento de hijos de Dios y de hermandad con los hombres; nos separa y divide en "clases", de acuerdo con nuestras " riquezas" y nuestras "oportunida­des para" instruirnos (véase 3 Nefi 6:12). La unidad es imposible entre un pueblo orgulloso, y a menos que seamos uno, no somos del Señor (véase Mosiah 18:21; D. y C. 38:27, 105:2-4; Moisés 7:18).
Piensen en lo que nos ha costado el orgullo en el pasado y en el precio que pagamos por el ahora, nosotros mismos, nuestra familia, la Iglesia.
Piensen en el arrepentimiento que existiría con un cambio en la vida de las personas, con matrimonios sólidos, con hoga­res fuertes si el orgullo no nos impidiera confesar nuestros pecados y abandonarlos (véase D. y C. 58:43).
Piensen en los muchos miembros de la Iglesia que son menos activos porque han sido ofendidos y su orgullo no les permite perdonar ni sentarse a comer a la mesa del Señor.
Piensen en las decenas de miles de jóvenes y de matrimo­nios que podrían estar en misiones si no fuera por el orgullo que les impide entregar por completo su corazón a Dios (véase Alma 10:6; Helaman 3:34-35).
Piensen en cuánto aumentaría la obra del templo si fuera más importante dedicarnos a ese servicio sagrado que a los diversos intereses vanos que nos roban el tiempo.
El orgullo nos afecta a todos, en momentos diferentes y con distinta intensidad. En esto se puede ver por que el edifi­cio que estaba en el sueno de Lehi y que representaba el orgullo del mundo era vasto y espacioso, y se reunieron en él grandes multitudes (véase 1 Nefi 8:26,33; 11:35-36).
EI orgullo es el pecado universal, el gran vicio. Si, es el pecado universal, sí el gran vicio.
Su antídoto es la humildad, la mansedumbre, la docilidad (véase Alma 7:23). Es el corazón quebrantado y el espíritu contrito (véase 3 Nefi 9:20, 12:19; D. y C. 20:37, 59:8; Salmos 34:18; Isaías 57:15, 66:2). Como lo expreso tan acertadamen­te Rudyard Kipling en un himno:
Vano poder los reinos son;
Huecos los gritos y el clamor.
Constante sólo es tu amor;
al compungido da perdón.
No nos retires tu amor;
haznos pensar en ti, Señor.
["Haznos pensar en ti, Señor", Himnos, N° 35).

Dios quiere un pueblo humilde. Podemos elegir entre ser humildes par decisión propia o porque se nos obligue a serlo. Alma dijo: "... benditos son aquellos que se humillan sin ser obligados a ser humildes" (Alma 32:16).
Por lo tanto, tomemos la decisión de ser humildes. Podemos ser humildes venciendo la enemistad hacia nuestros hermanos, amándolos como a nosotros mismos y elevándolos hasta nuestra altura o por encima de nosotros (véase D. y C. 38:24; 81:5; 84:106).
Podemos ser humildes aceptando los consejos y las amo­nestaciones que se nos dan (véase Jacob 4:10; Helaman 15:3; D. y C. 63:55,101:4-5,108:1; 124:61,84; 136:31; Proverbios 9:8).
Podemos ser humildes perdonando a aquellos que nos hayan ofendido (véase 3 Nefi 13:11, 14; D. Y C. 64:10).
Podemos ser humildes sirviendo con abnegación (véase Mosiah 3:16-17).
Podemos ser humildes cumpliendo misiones y predican­do la palabra que hará humildes también a otras personas (véase Alma 4:19; 31:35; 48:20).
Podemos ser humildes asistiendo con mas frecuencia al templo.
Podemos ser humildes confesando y abandonando nues­tros pecados y naciendo nuevamente de Dios (vease D. y C. 58:43; Mosiah 27:25-26; Alma 5:7-14, 49).
Podemos ser humildes amando a Dios, sometiendo nues­tra voluntad a la suya y dándole a Él el lugar de prioridad en nuestra vida (vease 3 Nefi 11:11,13:33; Moroni 10:32).
Tomemos la decisión de ser humildes. Podemos hacerlo; yo sé que podemos.
Mis queridos hermanos y hermanas, debemos preparar­nos para redimir a Sión. Lo que nos impidió establecer a Sión en los días del profeta José Smith fue principalmente el peca­do del orgullo. Y este mismo pecado fue lo que puso fin al cumplimiento de la ley de consagración entre los nefitas (vease 4 Nefi 1:24-25).
El orgullo es la gran piedra de tropiezo para Sión. Repito, el orgullo es la gran piedra de tropiezo para Sin.
Debemos limpiar lo interior del vaso venciendo el orgullo (Vease Alma 6: 2-4; Mateo 23:25-26).
Debemos someternos "al influjo del Santo Espíritu", despo­jarnos "del hombre natural" orgulloso, convertirnos en santos por medio de "la expiación de Cristo el Señor" y volvernos como niños: sumisos, mansos, humildes (vease Mosiah 3: 19; vease también Alma 13:28).
Que podamos hacerlo así y seguir adelante cumpliendo nuestro destino divino, es mi ferviente oración.

(Vease "Cuidaos del orgullo", Liahona, julio de 1989, Págs. 4-8.)

El Orden No Escrito de las Cosas


El Orden No Escrito de las Cosas

ÉIder Boyd K. Packer
15 de Octubre de 1996

Introducción.
Hoy deseo hablarles como un maestro, y poder igualmente reflejar la influencia de un maestro a quien conocí hace más de cincuenta años. Como suele suceder, la influencia de un maestro nunca se centra en el tema enseñado. El Dr. Shaefer era un Profesor de matemáticas en la Universidad del Estado de Washington. Él no era alguien de apariencia impresionante. Aún cuando no recuerdo su nombre, nunca olvidaré la primera cosa que dijo el día que nos conocimos.

Fue durante la Segunda Guerra Mundial. Nos encontrábamos en un entrenamiento para pilotos y habíamos sido enviados a la Universidad para que se nos explicara el curso meteorológico en una colisión aérea, estados del tiempo, navegación, física, aerodinámica y otros temas técnicos. Pensábamos que el tema de esta clase "Curso de Colisiones" no era muy alentador para pilotos estudiantes, Las palabras "Curso Intensivo" hubieran sido mejores.

La presión era grande debido a que los que reprobaran el curso serían expulsados del programa de pilotaje. Me encontré en una situación de impotencia con los otros cadetes, muchos de los cuales habían asistido a la universidad; algunos de ellos ya tenían algún, entrenamiento avanzado, mientras que yo apenas habla terminado la preparatoria.

El Dr. Schaefer tenía la asignación de enseñarnos desde matemáticas hasta el cálculo en unas cuantas semanas. Pensé que me encontraba sin salida, hasta esos primeros minutos en clase. Él empezó diciendo esto:

"Alguno de ustedes ha tenido alguna educación universitaria, aún cursos avanzados de lo que ahora vamos a estudiar, mi propósito aquí será el de enseñar a principiantes, Le pediré a aquellos que ya conocen el tema, sean pacientes mientras enseño lo básico a aquellos de ustedes que no lo conocen". Animado entonces por lo que dijo y más por la manera en la que nos enseñó, fui capaz de acreditar el curso con cierta facilidad. De otra manera hubiera sido imposible.

Cuando decidí ser un maestro, el ejemplo del Dr. Schaefer me inspiró a tratar de desempeñar al máximo mi habilidad de enseñar lo básico, las verdades más simples de la manera más comprensible. Aprendí entonces de lo difícil que es el simplificar las cosas.

Años después de la guerra, regresé a la Universidad del Estado de Washington y encontré; al Dr. Schaefer. Él por supuesto, no me recordaba. Yo fui uno de los cientos de cadetes en sus clases, Le agradecí por lo que me había enseñado. El cálculo y las matemáticas se habían desvanecido en mi memoria tiempo atrás, mas no su ejemplo como maestro.

Así que, siguiendo ese ejemplo, hoy quiero decirles algo sobre la Iglesia.

Las cosas de las cuales hablaré esta noche, no se encuentran explicadas en las escrituras, aún y cuando se apegan a los principios enseñados en las escrituras.

¿Qué es un Principio?
Un principio es la verdad eterna, una ley, una regla que pueden adoptar para ayudarles a realizar elecciones. Generalmente los principios no se explican con detalle. Eso les proporciona la libertad de adaptarlos y de encontrar su camino con una verdad perdurable, un principio como un ancla. Las cosas que voy a explicarles no se encuentran explicados en manuales o folletos. Y aún si lo tuvieran, la mayoría de ustedes no tienen los manuales del Sacerdocio de Melquisedec o de la Sociedad de Socorro debido a que solo son dados a los lideres.

Les hablaré acerca de lo que yo he llamado "El Orden No Escrito de las Cosas", Mi lección podría también llevar como titulo "Las Cosas Comunes de la Iglesia las Cuales Cada Miembro Debería Saber", Aún y cuando son cosas comunes, son sin lugar a dudas ¡Muy importantes! De alguna forma nosotros suponemos que todos los miembros ya conocen estas cosas simples o comunes. Si ustedes no las conocen, deben aprenderlas mediante la obediencia y la observación, ya que no están escritas en ningún lado y no son enseñadas en ninguna clase. Así que mientras vamos hablando de estas cosas, si ustedes son de las personas que ya conocen estas cosas, sean pacientes mientras enseño a aquellos que no las conocen.

La base del Conocimiento y el Testimonio
La base del conocimiento y del testimonio nunca cambia ¬el testimonio de que Dios el Padre vive, de que Jesús es el Cristo, de que el Espíritu Santo nos inspira de que la plenitud del evangelio y de que la misma Iglesia que existió en la antigüedad ha sido revelada a nosotros. Esas cosas se nos enseñan dondequiera y siempre en nuestras clases, en las escrituras, en los manuales- en cada cosa que hacemos.

La doctrina fundamental de la Iglesia se encuentra igualmente en las escrituras. Además existe otra fuente de conocimiento con relación a lo que hace a la Iglesia funcionar: El aprendizaje proveniente de la experiencia y la observación, Si aprenden de estas cosas las cuales no están escritas, el orden no escrito de las cosas, tendrán mayores cualidades para llegar a ser un líder -porque ustedes serán lideres. Las posiciones más importantes de liderazgo se encuentran en el hogar- el padre, la madre, la esposa, el esposo, hermanos mayores y hermanas. Y después en la Iglesia, las posiciones de liderazgo y las oportunidades de enseñanza estarán a su disposición como ninguna otra sobre la tierra.

Mientras que de las cosas de las que hablo, las cuales no están escritas, serán fácilmente aprendidas. Solo permanezcan alertas al orden no escrito de las cosas y pongan especial interés en ellas, y encontrarán que su habilidad aumentará lo mismo que su amor por el Señor.

Antes que les dé algunos ejemplos de este orden no escrito de las cosas, permítanme recordarles algo que el Señor ha dicho: "Mi casa es una casa de orden, dice el Señor Dios" (DyC 132: 18; énfasis añadido.) Y también dijo a su profeta: "Mirad que se hagan estas cosas con prudencia y orden; porque no se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten. Y además conviene que sea diligente para que así gane el galardón; por tanto, todas las cosas deben hacerse en orden." (Mosiah 4:27; énfasis añadido).

Pablo dijo a los Corintios que "todas las cosas" fueran hechas decentemente y en orden" (Véase 1 Corintios 14:40; énfasis añadido) de esto hablaremos en un momento más.

Las cosas de las cuales voy a hablar no son tan rígidas de manera que si n se observan estrictamente la Iglesia se derrumbaría. Sin embargo ellas le dan una norma, un tono de dignidad y un orden y ayudan a mejorar nuestras reuniones y nuestro trabajo en las clases; ellas mejoran nuestras actividades. Si ustedes las conocen y las entienden, ellas mejoran grandemente su vida.

Resolver problemas mediante la Inspiración.
Nuestras reuniones deben ser conducidas de manera que los miembros sean renovados espiritualmente y permanezcan a tono con el Espíritu de tal forma que puedan enfrentar los desafíos de la vida. Debemos establecer condiciones bajo las cuales los miembros puedan resolver sus problemas mediante la inspiración. Existen ¬cosas muy sencillas las cuales ayudan a este propósito, y cosas que lo impiden. El profeta Alma enseñó que "por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas; y en muchos casos, los pequeños medios confunden a los sabios." (Alma 37:6).

Como primer ejemplo de este orden no escrito de las cosas les doy un ejemplo tan simple como este: En una reunión la persona que preside debe sentarse en el estrado cerca de la persona que dirige. Es un poco difícil presidir una reunión sentado con la congregación. La persona que preside es responsable por la conducción de la reunión y tiene el derecho y la responsabilidad de recibir inspiración y la impresión para ajustar o corregir alguna cosa que deba acontecer en la reunión. Eso es algo correcto en cualquier tipo de reunión ya sea una reunión de organizaciones auxiliares la cuál sea presidida por hermanas o cualquier otro tipo de reunión.

Un Presidente de Estaca nuevo podrá preguntar "¿Debo sentarme en el estrado en cada reunión, o debo sentarme con mi familia?" Yo le contestaría. "Mientras que usted presida, deberá sentarse en el estrado".

Un ejemplo mas: Si ustedes observan a la Primera Presidencia, verán al Primer Consejero siempre sentado a la derecha del Presidente y al Segundo Consejero sentado a la izquierda. Esto es una demostración de que se hacen las cosas tal como Pablo lo dijo, "decentemente y en orden".

Regularmente pero no siempre, si el oficial que preside es el que habla, lo hará al termino de la reunión. Entonces alguna duda o corrección se podrá realizar. He tenido esa oportunidad en muchas ocasiones al final de las reuniones.

Otro ejemplo es este: En la Iglesia no aspiramos a ningún llamamiento, tampoco pedimos relevos. Somos llamados a un llamamiento por inspiración. Aún si el llamamiento es realizado en una manera no usual, no se debe rehusar el llamamiento. El Quinto Articulo de Fe nos dice que, "el hombre debe ser llamado de Dios por profecía y la imposición de manos por aquellos que tienen la autoridad, a fin de que pueda predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas."

Si algunas circunstancias hacen difícil el continuar sirviendo, tienen la libertad para consultar con el líder quién les llamó. No nos llamamos a nosotros mismos ni nos relevamos a nosotros mismos. Algunas veces un líder o un maestro disfruta el hecho de ocupar una posición prominente de presidir, aún después de servir por mucho tiempo y no desean ser relevados. Eso es una señal de que es tiempo para un relevo.

Debemos aceptar los llamamientos como el aceptar los relevos mediante la misma autoridad.

Cuando el presidente J. Reuben Clarck fue llamado como segundo consejero en la Primera Presidencia después de haber servido por muchos años como primer consejero, él respondió en la Asamblea Solemne en donde se llevaba a cabo el sostenimiento de la nueva presidencia: "En el servicio del Señor, no es el dónde se sirve. Si no el cómo. En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, uno toma el lugar al cuál se le llama, el cual uno no lo busca o rechaza" (CR, Abril 1951, p. 154). La Iglesia nos ha enseñado una gran lección en cuanto al orden no escrito de las cosas.

Hace algunos años aprendí que nosotros no escogemos donde servir - solamente respondemos al llamado. Poco después de nuestro matrimonio, se me llamó como asistente al secretario de estaca. Mi obispo no deseaba relevarme como maestro de Doctrina del Evangelio. Él me dijo que yo tenia mucho más que dar como maestro que el trabajar en la oscura asignación como asistente del secretario de estaca. Sin embargo él sabia que bajo el orden no escrito de las cosas, era el presidente de estaca quién presidía y que el llamamiento que se me había extendido tenia precedencia.
No tengo palabras para explicarles todo lo qué aprendí en ese llamamiento. Pude ver como trabaja una presidencia de estaca. Fui testigo de como la revelación funciona en el otorgamiento y relevo de llamamientos de oficiales de estaca y barrio. Al mirar a nuestro presidente dc estaca, aprendí mediante la observación y experiencia que muchas cosas no se encuentran escritas en manuales. Fue durante este llamamiento que conocí por primera vez a miembros de los Doce Apóstoles y a otros hermanos cuando ellos asistían a nuestras conferencias. Fue un tiempo de entrenamiento en el orden no escrito de las cosas.

Una vez me encontraba en un avión con el Presidente Kimball, de quién supe, sirvió como secretario de estaca por 19 años. En el avión se encontraba un miembro de nuestra estaca quién me hizo este comentario, "Si yo hubiera sabido que nuestro secretario de estaca llegaría a ser presidente de la Iglesia, yo lo hubiera tratado mucho mejor”.

En el tiempo cuando el Presidente Kimball servía como segundo consejero de la Presidencia de una estaca, el secretario de la estaca se cambió de domicilio. Entonces el hermano Kimball tomó la responsabilidad. Entonces el hermano Melvin J. Ballard visitó esa estaca para una conferencia y le dijo, "Usted no debería ser segundo consejero y secretario de estaca al mismo tiempo. Escoja que es lo que desea ser." El hermano Kimball no estaba acostumbrado a tener elecciones en los llamamientos. ÉI deseaba que el hermano Ballard le dijera en cual llamamiento serviría, pero el hermano Ballard le dijo, "No, escoja usted". Así es que el hermano Kimball dijo, "Yo tengo una máquina de escribir." [Pocas personas en ese tiempo poseían máquinas de escribir], y dijo, "Yo conozco el sistema, y creo que haría una mejor contribución si permaneciera como secretario." Y así fue.

En aquellos días el secretario de estaca recibía un pequeño estipendio, una pequeña aportación, que le servía para comprar algunas cuantas provisiones. Una hermana quien le conocía bien le escribió un día una carta que decía, "Spencer- me sorprende de ti -que aceptes un llamamiento solo por el dinero." Y después decía, "Si tu no cambias tu actitud, dentro de dos meses, voy a apostatar de la Iglesia."
¡Realmente se encontraba ella un poco desorientada!

Otro ejemplo más: En una ocasión el presidente Harold B. Lee presidía nuestra conferencia de estaca. En el espacio de una sesión y otra tuvimos una comida en casa del Presidente Zundell. Dunna y yo llegamos un poco tarde porque tuvimos que ir a nuestra casa para ver a nuestros hijos pequeños. Al llegar vimos al Élder Lee fuera de la casa, había salido por unas cosas a su coche e iba de regreso a la casa. Al verle nos sentimos motivados a estrechar su mano y hablar personalmente con él. ÉI en vez de eso nos indicó con una seña que deberíamos entrar a la casa, y entonces refiriéndose a la presidencia dc estaca quienes se encontraban reunidos en la casa dijo estas palabras, "Estos hermanos son grandes hombres. Nunca fallen en aprender de hombres como estos." Aprendí algo del orden no escrito de las cosas por medio de Un Apóstol.

Aprender al observar a lideres con experiencia
Existe tanto por aprender solo al observar a lideres con experiencia de los barrios y de las estacas en las cuales ustedes viven. Existe tanto por aprender si escuchamos a los hermanos y hermanas mayores quienes han tenido una vida llena de experiencias en la escuela de lo no escrito.

Otra ilustración más: Existe otro orden de cosas en lo que se refiere a pedir consejo o una bendición. Es algo que es muy simple - diríjanse a sus padres. Cuando ellos no se encuentren a nuestro alcance, si es una bendición lo que requieren, entonces diríjanse con sus maestros orientadores. Para un consejo, diríjanse con su obispo. Él entonces podrá enviarles con el líder directo que será el Presidente de Estaca. Pero sin dirigimos a las Autoridades Generales. No les escribimos a ellos en busca de consejo suponiendo que alguien en una posición prominente dará una bendición más inspirada. Si pudiéramos hacer que esto se enseñara en la Iglesia, gran poder descansaría sobre nosotros.

El Presidente Joseph F. Smith enseñó que si hubiera algún enfermo en un hogar y se encontrasen presentes "apóstoles, o aún miembros de la Primera Presidencia de la Iglesia, . . . y el padre dc ese hogar se encuentra presente, será el derecho de él y su responsabilidad el presidir" (Doctrina del Evangelio. 286).

Existe una persona autorizada más arriba que el obispo, o el presidente de estaca, o una Autoridad General, o que cualquier otro en la línea de autoridad. Y es Nuestro Padre Celestial a quién podemos recurrir en oración. Si lo hacemos así, en la mayoría de los casos resolveremos nuestros propios problemas.

Otro principio más: La revelación en la Iglesia es vertical. Generalmente está determinada en si misma a los limites administrativos o geográficos a los límites asignados del que es llamado. Por ejemplo, un obispo quien está tratando de resolver un problema, no podrá recibir revelación o consejo de un obispo de otro barrio o estaca para ayudar a alguien que le corresponda trabajar directamente en su oficina.

Mi experiencia me ha ayudado a saber que la revelación viene de lo alto, no de los lados. Aún y cuanto más experimentado, o mayor o más espiritual alguien a un lado de uno parezca ser, será necesario dirigirse hacia arriba por los canales apropiados.

Ser un buen seguidor
Un principio más: Un atributo primordial de un buen líder es, el ser un buen seguidor. En una reunión que tuve con obispos, un nuevo y afligido obispo me preguntó una vez, "¿Cómo puedo hacer que la gente me siga? He llamado a nueve hermanas para ser presidentas de la Primaria y ninguna ha aceptado." Teníamos un buen espíritu en la reunión lo cuál hacia esto una ocasión especial para enseñar. Le pregunté que yo realmente dudaba que él había "llamado'_ a cualquiera de las nueve hermanas. Le dije que yo pensaba que él solo les había preguntado o invitado.

Le dije que si él hubiera orado fervientemente o pedido consejo a sus consejeros tanto como a la que presidía la Primaria, la primer hermana hubiera descubierto en la entrevista alguna razón aconsejable para que esta hermana no fungiera en el cargo y se le disculpara por no poder hacerlo. Y quizá ese seria el caso para no más de una o dos hermanas. Si ya tantas hermanas habían rechazado el llamamiento, algo estaba fuera del orden. Del orden no escrito.

Por motivo de que existía un buen espíritu en aquella reunión, le dije a él lo siguiente, "Obispo me doy cuenta de algo más en usted. ¿Usted no es un buen seguidor, cierto? ¿ Acaso no es usted la persona que siempre cuestiona las cosas que el presidente de estaca pide a los obispos?" Los otros obispos en la reunión empezaron a reírse entre sí, y a mover sus cabezas afirmativamente - por supuesto así era este obispo. Él entonces se rió y dijo que él suponía que eso era lo correcto. Y le dije entonces "Tal vez la razón por la que sus miembros no siguen a su líder es porque usted no sigue al suyo. Un atributo esencial de un líder en la Iglesia es que es fiel y leal seguidor. Esto es el orden de las cosas - el orden no escrito de las cosas."

Cuando yo era un joven, el Élder Spencer W. Kimball vino a nuestra conferencia y nos contó esta experiencia. Cuando él era Presidente de Estaca en Safford, Arizona, había una vacante en la oficina dcl superintendente de los hombres Jóvenes en la estaca, como se le llamaba en ese tiempo. Entonces salió él un día de su oficina, caminó unos cuantos pasos por la acera y tuvo una conversación con el dueño de un negocio. Él le preguntó, “Jack ¿Te gustaría ser superintendente de la Organización de los hombres Jóvenes de la Estaca?". Jack entonces contestó: Oh Spencer, no hablarás en serio. Y Spencer le dijo, "Claro que sí. Tú tienes buena relación con los jóvenes." El hermano Kimball trató de convencerlo pero el hombre se negó.

Mas tarde ese mismo día, después de recapacitar en su fracaso y recordando lo que Jacob ha dicho en el Libro de Mormón - "Y habiendo primeramente obtenido mi mandato del Señor" (Jacob 1: 17) - regresó con Jack, y esta vez llamándolo "hermano" y por su apellido le dijo, "Tenemos una vacante en la organización de estaca. Mis consejeros y yo lo hemos decidido; hemos orado al respecto por algún tiempo. El domingo pasado nos arrodillamos en oración y pedimos al Señor inspiración sobre quién debía ser llamado a esa posición. Recibimos la inspiración de que usted debería ser llamado. Como un siervo del Señor, he venido para traerle este llamamiento."

Jack respondió, "Bueno, Spencer, si lo dices de esa manera, entonces..."
Y le dije "Pues sí, lo digo de esa manera."

Ustedes ya saben cuál fue el resultado. Es de gran ayuda el seguir el orden de las cosas, aún el orden no escrito de las cosas.

Paciencia en la manera en que se realizan las cosas en la Iglesia
Tengo en mi escritorio una carta de un hermano que está muy molesto debido a que no se le hizo su llamamiento adecuadamente. Él aceptó el llamamiento y está dispuesto a servir, pero él dijo a su obispo que no se le consultó a su esposa primero y que por lo tanto no se manejó el asunto adecuadamente.

Cuando le di respuesta a su carta, le dije que trataría de enseñarle algo del orden no escrito de las cosas en lo que concierne al ser un poco paciente en la manera en la que se realizan las cosas en la Iglesia. En la sección 1 de Doctrina Convenios, el Señor amonestó a cada hombre a que "hable en el nombre de Dios el Señor, el Salvador del mundo". (DyC 1:20). Le hice saber que algún día él llegaría a ser obispo, y que tendría una gran carga de responsabilidades del barrio aparte de la carga de asuntos personales, y le sugerí que valorara el llamamiento que se le había dado.
Otro Punto más del orden: Los Obispos no deben dejar que los miembros dirijan las reuniones. No se debe permitir que las familias hagan arreglos de los discursantes en los funerales o despedidas dc misioneros. No es apropiado en el orden de las cosas que los miembros o las familias decidan quién hablará o por cuánto tiempo. Las sugerencias si son aceptables en el orden por supuesto, sin embargo los obispos no deben dejar la reunión a cargo de los familiares.

Estamos preocupados por la corriente que se ha venido dando en nuestras reuniones. Los servicios funerales podrían y debería ser lo más espiritual posible. Este tipo de reuniones ha llegado a ser reuniones informales de familia frente a los miembros del barrio. A menudo el espíritu del Señor se aleja por las experiencias humorísticas o chistes. Cuando al contrario estas reuniones pueden dedicarse; a la enseñanza de las cosas del espíritu, aún conceptos sagrados.

Cuando en una capilla, varios miembros de una familia hablan en un funeral, escuchamos más acerca del difunto que de la expiación misma, o la resurrección y las reconfortantes promesas reveladas en las escrituras. Es correcto que un miembro de la familia hable en un funeral, pero si es así sus comentarios deberán estar a tono con el espíritu de la reunión.

He dicho a mi familia que el día que se lleve a cabo mi funeral, si alguno de ellos habla acerca de mí, me levantaré y le corregiré. El evangelio que debe ser predicado. No conozco ninguna otra reunión en la cuál la congregación se encuentre en mejor estado o disposición para recibir revelación o inspiración de un predicador que la que se encuentra en un funeral. Este privilegio lo estamos haciendo a un lado debido a que no comprendemos el orden de las cosas - el orden no escrito de las cosas - el cual se relaciona con la administración de la Iglesia y recepción dcl Espíritu.

Nuestros obispos no deben olvidar nuestras reuniones. Y es tan cierto como en las despedidas de misioneros. Nos preocupa el tipo de reuniones que han llegado a ser para nuestros miembros. Se está perdiendo la profundidad de entrenamiento y enseñanza espiritual que de estas reuniones se puede obtener. Hemos fallado en recordar que esta es una reunión sacramental y que el obispo es quien la preside.
Existen muchas cosas tales como el atuendo para el domingo. Vemos cada día más ropa informal, incluso desalineada en nuestras reuniones, aun reuniones sacramentales, que provocan una conducta informal y descuidada.

Me molesta ver en los programas impresos de la reunión sacramental que Liz, Memo y Dave participarán. ¿No debiera ser Elizabeth, Guillermo y David? Me molesta aún que se pida sostener para el sumo consejo a Pepe, Paco o a Pancho. Yo les preguntaría ¿No tenemos los nombres completos en los registros de la Iglesia? Existe una formalidad y una dignidad, las cuáles estamos perdiendo ¬a un gran costo. Existe algo que el Apóstol Pablo llama en el proceder de las cosas "decente y en orden."

Pues bien, existen tantas cosas del orden no escrito de las cosas de la cuáles quisiera yo hablar, pero sin embargo estas son cosas que deben ser aprendidas por ustedes mismos. Si solo pudiéramos ponerles en las circunstancias en donde pudieran empezar a observar y a obtener el conocimiento, entonces sabrían como funciona la Iglesia y porqué lo hace de esa manera. Entonces se darán cuenta que lo hace de acuerdo a los principios que se encuentran especificados en las escrituras. Si solamente pudieran "atesorar en sus mentes continuamente las palabras de vida", el Señor les bendecirá y les dará "en la hora precisa" lo que deben decir y hacer (D YC 34:85). Aprendan este gran modelo - de las enseñanzas que se obtienen con tan solo observar y participar.

Poco después de que España fue abierta para la predicación del evangelio, me encontraba en Barcelona. Dos de los primeros misioneros enviados a España fueron enviados a Barcelona para abrir una área en la ciudad. Ellos solicitaron al Presidente Smith Griffin cuarenta sillas. En ese tiempo se encontraba en Paris y no sabía para qué los misioneros necesitaban cuarenta sillas, si aún no tenían miembros. ÉI pensó por un momento en el gasto, y pensó que debía apoyar a los misioneros. Así que aprobó la compra de las sillas.

Cuando él llegó al salón de reuniones, en el piso superior de un edificio de oficinas, las cuarenta sillas se encontraban ocupadas. Había inclusive personas de pié. Los élderes habían asignado a un hombre, el primer converso, un hombre de mediana edad que trabajaba en un mercado de pescado para que dirigiera la reunión. Observábamos cómo le enseñaban lo que debía él hacer, algunas veces levantándose y susurrándole.

El hermano Byish nerviosamente continuó dirigiendo la reunión con la ayuda de ellos. Y entonces casi al finalizar la reunión, el Espíritu del Señor descendió sobre él y empezó a predicar con gran poder y por buen tiempo. Fue un testimonio inspirado y un momento inolvidable. Los dos jóvenes Élderes, ambos conversos de Sudamérica, habían aprendido algo del orden no escrito de las cosas. Ellos se encontraban colocando a la Iglesia en un lugar de orden adecuado en Barcelona. Ahora existen cuatro estacas en esa ciudad.

Y así continúa el Señor usando a Santos comunes para llevar a efecto su obra.
¿No es extraño que príncipes y reyes
y payasos que dan piruetas
en arenas de aserrín,
y personas comunes como tu y yo sean
constructores de la eternidad?
A cada quién se le da una
Bolsa con herramientas,
Una masa sin forma y un libro de reglas,
Y cada quién debe construir
Antes que la vida acabe
Una piedra de tropiezo o
Un peldaño para escalar.

R.L Sharpe "Stumbling-Block o Stepping Stone"

La Iglesia continuará adelante, y se moverá a medida que los simples: aprendan mediante la observación, la enseñanza y la experiencia. La mayoría de nosotros llegamos a obtener conocimiento por motivo del espíritu. Algún día, ustedes que ahora son jóvenes, guiarán la Iglesia. Si en el tiempo adecuado aprenden y estudian el orden no escrito de las cosas, el poder del Señor descansará sobre ustedes al fin y podrán llegar a ser siervos útiles.

Les doy mi testimonio de que ésta es su Iglesia. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y que tal como el Señor lo ha dicho que "todo hombre hable en el nombre de Dios el Señor, el Salvador del Mundo" (DyC 1 :20).

Invoco estas bendiciones sobre ustedes y doy testimonio a ustedes en el nombre de Jesucristo, amén.